Gramática de la fantasía

Rodari admiraba a Andersen y a Carlo Collodi. Era un gran amante de los cuentos tradicionales, aunque fuera para tergiversarlos, de los refranes y de las fábulas. Y de los diccionarios.

Seguimos resumiendo lo comentado en nuestro homenaje a Rodari en el club de lectura del pasado sábado 12 de diciembre. Todo lo que os vamos a contar aquí lo hemos sacado de su libro Gramática de la fantasía. Hemos manejado la nueva edición preparada por Kalandraka este año 2020 con una nueva traducción.

Los cuentos tradicionales fueron siempre motivo de inspiración para sus historias, proponiendo otros finales, cambiando los roles de los personajes, etc. Era un gran admirador de Andersen: “Andersen es imbatible cuando se trata de dar vida a los objetos más dispares, con efectos de extrañamiento y amplificación, absolutamente de manual”. Rodari escribió varios cuentos inspirados en Pinocho, el gran personaje de la literatura italiana. De su autor, Carlo Collodi, afirma: es imbatible en los diálogos: contaba con años de entrenamiento a sus espaldas, de cuando escribía comedias malas. (Página 54)

También juega con fábulas y refranes. Uno de los ejercicios que propone para jugar con el lenguaje con el alumnado son los limericks de Edward Lear. Y era un gran amante de los diccionarios. Así para crear binomios fantásticos les proponía a los niños que abrieran al azar el diccionario y buscaran un par de palabras: Caperucita-helicóptero; perro-armario, etc. A partir de ellas escribían sus historias. De esta forma los niños pierden el miedo a la página en blanco.

Os dejamos con este vídeo de la Asociación La Sal que explica muchas cosas de Rodari. Nos queda pendiente una nueva entrada que dedicaremos al Rodari surrealista, otra de las influencias del maestro italiano.

Arnold Lobel, el hombre discreto

Libros de Arnold Lobel que expusimos en el Ateneo (13-01-2018). Añadimos dos libros de James Marshall  porque eran amigos y compartían ese punto de humor absurdo e ingenuo.

Ayer sábado nos juntamos en el Ateneo 22 personas en una nueva sesión de nuestro club de lectura Todo el mundo va. Empezamos haciendo una lectura dramatizada de Las pastas incluido en de Sapo y Sepo inseparables para crear atmósfera.

Luego fuimos repasando algunos párrafos de la ponencia de Ellen Duthie que habíamos tomado como referencia. A Lobel hay que arrimarse para oírlo; hay algo íntimo, recogido en gran parte de su obra. Como personaje es modesto, calladito, modosito, rehúye cualquier contacto con el público. Ni siquiera pensaba que tuviera mucho sentido leer en escuelas o reunirse con niños porque decía que «no se le daba bien». Los personajes de Lobel son más bien caseros, susurran para no molestar, o como mucho gruñen para expresar su malestar. Héroe no sería una palabra para describir a sus personajes.

Incluso la paleta de colores que usaba en Sapo y Sepo y Buho en casa fue objeto de bromas cariñosas que alimentaban esa imagen de él. Hay un tono de verde en concreto, un tono entre bilis y flema, verdaderamente repugnante. La mayoría de los artistas ni lo tocarían pero Arnold usa este verde todo el tiempo y consigue hacer que funcione. (James Marshall)

No hay muchos estudios sobre la obra de Lobel, una razón puede ser lo discreto que era y otra (apunta Ellen Duthie) el hecho de que no cultivara el género de los álbumes ilustrados. Se centró más en los Easy readers (libros fáciles de leer). Estos libros carecen del glamour y la espectacularidad del álbum ilustrado. Sin embargo, Lobel maduró como escritor con este género, libros fáciles de leer pero nada fáciles de escribir, en los que es necesario contar algo con cierta chispa y a poder ser algo de chicha en muy pocas páginas. A esta serie pertenecen Sapo y Sepo, Sopa de ratón, Búho en casa, Historias de ratones, etc.

Y tras esta explicación abrimos el turno de opiniones.

A mí me encanta Lobel, sus libros son sencillos pero muy inteligentes. Sus reflexiones, diálogos, etc, dan mucho juego con los niños (y no solo con los pequeños) y propician el diálogo sobre temas a veces insospechados.

Con mis hijos he leído Sapo y Sepo hasta la saciedad. Su aventura favorita era Una lista, y leerla les llevaba a hacer su propia lista.

Al ser historias cortas, cada noche leíamos una. A veces insistían e insistían para leer una segunda. Me gustan mucho los libros con historias cortas. 

Yo recuerdo con mucho cariño Los cuentos del  cerdito Oliver de Alfaguara. Su historia favorita era ¡Nieva! Contaba todos los preparativos de dos niños y su madre para salir a tocar la nieve que acaba de caer. Gorros, bufandas, botas, etc. No estaba escrito por Lobel pero sí ilustrado por él. Hace más de 20 años pero mis hijos todavía lo recuerdan. Ahora no está disponible pero seguro que lo reeditan porque era delicioso.

A mí me encanta porque sus libros plantean cuestiones filosóficas, pero no tienen una moraleja explícita. No te dicen cómo resolver nada pero te hacen pensar en las distintas opciones. 

Cerramos este monográfico sobre Lobel (Estados Unidos, 1933-1987) hablando de su vida. Con su mujer, Anita Lobel, compañera de estudios y con la que trabajó en varios libros, tuvo dos hijos. En 1974 le dijo a su familia que era gay, cuando tenía 41 años. Murió a los 54 años por complicaciones derivadas del SIDA.

La sesión resultó muy interesante y aunque Lobel era un hombre discreto, lo cierto es que sus personajes son conocidos en todo el mundo y sus libros se siguen leyendo, se ha convertido en un clásico. Y es admirado por muchos artistas actuales. Os dejamos con la opinión de esta ilustradora francesa.

Me gusta mucho Historias de ratones. Y en particular la historia titulada El viaje. Un ratón va a visitar a su madre caminando y tanto camina que se le lastiman los pies. Así que se quita sus viejos pies y se compra unos nuevos. Me gusta esa forma de llevar hasta el final una idea absurda, pero con una gran lógica. (Dorothé de Monfreid)

Daniel Nesquens: humor absurdo y disparatado

Leyendo en voz alta, Proceso al sobrino de Gianni Rodari, incluido en Cuentos por teléfono. Ateneo riojano, 11-12-2010.

Club de lectura Todo el mundo va Sábado 11 de diciembre de 2010

Os resumimos aquí lo mucho que comentamos de Dieicisiete cuentos y tres pingüinos de Daniel Nesquens.

Cada cuento de los 18 te transmite un tipo de personalidad y me hacía pensar, me sorprendí poniendo cara a los personajes de cada cuento, este es como mi vecino Paco, etc. / La última frase de cada cuento es muy significativa. Los cuentos los cierra muy bien. / Me gusta cómo refleja la figura del padre. Las ilustraciones de Urberuaga me gustan mucho, tienen ese aire de ingenuidad y comicidad que te despierta ternura; acompañan bien a cada cuento, un poco como vaca sin cencerro.

A mi hijo Ángel le gustó mucho Un regalo diferente y sobre todo, quiere ser el niño subido a la grúa. / A mi hija de 11 años le encantó el de Las cucharas; no le gusta leer y se rió a carcajadas. / Pues muy divertido pero a mí el humor absurdo no me llega.

La última historia La gallina Lina no me gusta, me parece que rompe con el resto del cuento. Es triste, desentona con el resto. / Un poco sin sentido, no sé, yo no le he visto tanta miga como decís, lo volveré a leer…

Me gustó mas otro libro suyo Hasta casi cien bichos, nos reíamos mucho, me recuerda a El pequeño Nicolás, Manolito gafotas. Me gusta porque veo la voz del niño, la forma de ver la vida de un niño. / Me recordó El pulpo está crudo de Pescetti.

Nosotras adoramos a Nesquens y este años tenemos dos libros suyos de Candidatos a 20 cuentos 20.Nos recuerda mucho a los cuentos de Gianni Rodari y también a Pinto y Chinto y a Tip y Coll. Nos han dicho que imparte unos talleres de escritura creativa estupendos, en cuanto tengamos dinero lo convidamos. Es también autor de la serie Marcos Mostaza. 

Y nos despedimos con Tip y Coll y la famosa jarra de agua.