La primera sesión de este año de nuestro club de lectura fue intensa y divertida.Tras los saludos y presentaciones nos lanzamos a hablar de Nonsense con el editor de Pepitas de calabaza, Julián Lacalle.
¿Cómo surge la idea de editar a Edward Lear?
Bueno, no había ninguna edición disponible en castellano y en Pepitas lo vimos claro desde el principio, nos apetecía una nueva traducción más fresca. Enseguida pensamos en Angel Mª Fernández, porque su universo creativo está muy emparentado con Lear; es poeta, acaba de editar Manzanas traigo y Elvira Valgañón como filológa. Nos pareció que entre los dos podían hacer un trabajo muy digno y estamos contentos, el libro se ha editado en diciembre y todavía no hemos visto ninguna reseña en la prensa. Es un libro de largo recorrido.
¿Quién rastrea los autores?
En Pepitas a tiempo completo trabajamos tres personas pero tenemos colaboradores en todo el mundo. Personas que nos proponen cosas, o a las que pedimos colaboración puntual, etc. México es un país con el que siempre hemos colaborado mucho y recién acabamos de volver de la Feria de Guadalajara. Una feria muy viva, a rebosar de clubes de lectura, de autobuses con niños, de actvidades, increíble. También trabajamos en coordinación con editoriales francesas y portuguesas.

Pequeña exposición que preparamos sobre libros de poesía para niños (nonsense) De Lear a Silverstein pasando por Maria Elena Walsh (limerick en castellano) y Michael Rosen. Ateneo riojano.
Y Elvira Valgañón nos habló de los retos de la traducción: Hubo que tomar decisiones como mantener o no los topónimos ingleses, si iba a primar la sonoridad o la anécdota (pequeña historia que contiene cada limerick) y durante seis meses Angel y yo mano a mano fuimos trabajando.
Leyendo los limericks da la impresión de que os lo habéis pasado bomba traduciendo…
Mantener la música del inglés es casi imposible; algunos resultaron duros, les hemos dado muchas vueltas y nunca te quedas satisfecho del todo, sabemos que unos están más conseguidos que otros; en cambio otros salieron con mucha facilidad. No solo había que fijarse en el ritmo, contar sílabas, etc. también en el dibujo, a veces era éste el que nos daba la pauta.
La obra contiene 110 limericks, otras rimas de Lear y su Nonsense botany. Digamos que recopila lo mejor del autor. Y abrimos el debate al resto de las personas.
Me ha encantado el libro. Los limericks son para leerlos en voz alta, para que te los lean, para leerlos a otros; y además creo que para muchos públicos (adultos y niños pueden disfrutarlos). El libro está muy bien editado.
Yo lo saqué de la biblioteca un poco escéptica, mis hijos de 7 y 8 años pensé que no los iban a entender; me sorprendió que les enganchaban los dibujos y me pedían que les leyera uno tras otro.
Nosotros abríamos el libro por una página al azar (mis hijos tienen 7 y 10 años) y nos moríamos de la risa. De vez en cuando lo sacamos y leemos unos pocos, me gustan mucho para leer en voz alta. ¡Hasta nos ha brotado alguno!
A nosotros nos ha entusiasmado la última parte del libro, la Nonsense botany, nos encanta cómo han traducido algunos: Lechoncita piramidalis (Pg. 272), Muchagentia bocabajia (pg. 270)
Y para acabar Simon Dempsey nos leyó algunos limericks con ese ritmo y gracia que solo tienen los artistas: Yo de pequeño jugaba con mis amigos a inventar limericks, en Inglaterra es algo habitual, popular, nada que ver con la poesía culta. A mi hija le he leído muchas veces El buho y la gatita, tiene un ritmo muy parecido al de los limericks.
Muchas gracias a los tres por compartir con nosotros esta luminosa mañana de sábado. ¡Echad un ojo a la exposición de limericks en Santos Ochoa!