Beatriz en La casa de los ratones

Beatriz Gómez con uno de sus gemelos delante de la auténtica Casa de los ratones en la Biblioteca Pública de Amsterdam. Agosto de 2019.  ¡Gracias por compartir tu experiencia Bea!

Estoy en la Biblioteca Pública de Amsterdam delante de la auténtica Casa de los ratones. La Biblioteca para niños es maravillosa. Es un ambiente amistoso con los bebés. Niños descalzos, peluches, casas, accesibilidad y parece que buenos libros.

Este es el WhatsApp y la foto que desde Amsterdam nos manda Beatriz, maestra, amante de la LIJ y Tomasa. Nos ha hecho mucha ilusión porque el cuento de La casa de los ratones fue un 20 en 2016 y desde entonces se han publicado hasta cuatro títulos y todos estupendos.

En castellano se han publicado ya cuatro títulos de la serie La casa de los ratones. Cada título contiene varias historias cortas, ideales para leer una o dos cada noche.

Os copiamos aquí la crítica que hicimos entonces.

La casa de los ratones es una joya de muchos quilates. La holandesa Karina Schaapman ha invertido unos cuantos años en hacer una gran maqueta, dos metros de ancho por tres de alto, donde recrea todo un universo en miniatura. Una maqueta que es algo más que una casa, es todo un barrio en vertical; con más de cien habitaciones, con sus escaleras, pasillos, puertas, etc. además de talleres, tiendas y exteriores. Cada estancia está amueblada muy confortablemente y tiene todo lo que necesitan sus habitantes que son ratones. Está realizada con papel, cartón, papel maché, telas, lanas, corchos, todo tipo de materiales reciclados.

La maqueta está llena de detalles que dan verosimilitud a la historia, detalles que hacen que los personajes cobren vida y que invita a curiosear cada uno de sus rincones. En algunos de estos detalles hay referentes culturales holandeses (el cacao Droster, el Diario de Ana Frank) pero en realidad esta casa podría estar en cualquier lugar de occidente. Un trabajo totalmente artesanal realizado con mucho gusto, sin caer en la ñoñería ni la horterada y que en pleno auge de la ilustración digital, es una rareza.

El álbum está hecho con excelentes fotografías que tienen tanta importancia como la propia maqueta, realizadas por Ton Bouwer (los dos primeros títulos) y Allard Bovenberg (en los siguientes), con distintos encuadres, en detalle o panorámicos que ponen imagen a las historias. Se ha reservando siempre un espacio en blanco para el texto en la parte inferior de la hoja.

El texto, que acompaña a las fotografías, nos cuenta un montón de historias cotidianas escritas con naturalidad y sencillez, con el lenguaje que emplearía cualquier niño. Sam y Julia, los protagonistas, son dos ratoncitos muy amigos. Julia es hija sola, curiosa, decidida y bastante traviesa; por el contrario Sam tiene una gran familia, es tímido y miedoso. A través de las imágenes asistiremos a un cumpleaños, a la cena del Sabbat en casa de la tía de Sam, o veremos qué pasa si echamos demasiado detergente a la lavadora; podremos saber qué es un colmado o el aspecto que tendremos si nos contagiamos de varicela.

En las primeras guardas vemos la casa de día, en plena actividad y en las guardas que cierra el álbum vemos la casa a oscuras, cuando todos duermen. La autora ha creado un mundo feliz y seguro donde los niños se dedican a jugar y a ser niños. Un álbum con un montón de posibilidades no sólo para los pequeños, gustará mucho a abuelas y abuelos.

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